Perales del Puerto (Peralis en extremeño) es un municipio español, en la provincia de Cáceres, Comunidad Autónoma de Extremadura.

Patrimonio

Ermita de Nuestra Señora de la Peña

La Ermita de Nuestra Señora de la Peña se encuentra ubicada en una pequeña elevación en la confluencia de los términos municipales de Perales del Puerto, Hoyos y Cilleros. "Sancta Maria de la Peña es buen monte de oso en invierno, et en verano. Et es la voceria por cima de la sierra de Sancta Maria. Et son las armadas, la una en el valle de Aguilar, et la otra en el Alcornocosa". Así es como Alfonso XI (1312-1350) lo cita en el Libro de la Montería. Cuenta la leyenda que el origen de la misma se debe a la aparición de la Virgen en una peña próxima a unos pastores de los tres pueblos citados, erigiéndose en su honor la Ermita en cuestión, cuya construcción actual dataría del siglo XVII o XVIII. La ermita se encuentra en estado ruinoso y de abandono, se conservan en pie parte de las paredes maestras y alguna arquería de la nave principal. La cabeza está construida con cantería de granito ayudada por cuatro contrafuertes, la bóbeda de piedra y adobe, y posee un pequeño tragaluz orientado al sur. De la nave se conservan parte de los muros, de un tamaño similar a la cabeza, posee dos puertas, orientadas al sur y al oeste. Próximo a la Ermita se encuentra un púlpito tallado en roca granítica.

Antiguamente se celebraba una Romería en la Peña donde según la tradición apareció la Virgen. Su celebración era el lunes de la octava de Pascua de Resurrección, a ella asistían vecinos de los tres pueblos que rivalizaban en ofrendas y atenciones. Durante la Guerra de la Independencia, por el año 1809, los franceses saquearon y quemaron la Ermita, que desde entonces se encuentra en un estado de ruina progresiva. Es de suponer que la imagen de la Virgen fue de alguna forma puesta a salvo, porque se conserva en la actualidad en la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, de Perales del Puerto, es la Patrona de la población y su celebración sigue siendo el segundo lunes tras el Domingo de Resurrección.

Tumba de La Cama del Moro

La historia sobre las tumbas es corta, porque escasos o nulos han sido nuestros conocimientos sobre estas necrópolis; para la gente de los pueblos en la mayoría de los casos su nombre era: "Las tumbas de los moros". ¿Por qué las llamaban así? La razón habría que buscarla en la casi total ausencia de símbolos religiosos o profanos y en las relaciones que habrían tenido con el mundo musulmán. Cuando encontraron esos signos, eran tan exíguos, que no se atrevían a determinar que una simple cruz visigótica o griega, con un arco mozárabe de herradura, tuvieran relación con una historia de Repoblación, parecida a la que nuestros mayores habrían iniciado unos siglos después. Por entonces el poderío musulmán estaba en expansión. Las racias de Almanzor llegaron ocupar la mayoría de la peninsula Ibérica, quedando a merced de dictador del califato omeya de Córdoba.

En la Edad Media, dentro del ámbito cristiano, se practicaron diferentes formas de enterramiento, con un ritual único, relacionado con la creencia en la inmortalidad del alma y en la resurrección del cuerpo. Aunque las costumbres ligadas a este ritual evolucionaron a lo largo de la época, con distintas normativas para hacer los enterramientos dentro o fuera de los templos y sus límites, sus características se mantuvieron constantes: inhumación, orientación de las tumbas al Este (para "mirar" hacia el sol naciente por la sociación luz-Dios-resurrección), vinculación a los edificios religiosos, y ausencia de ajuar en la mayoría de los casos. Los tipos de enterramientos según la estructura pueden ser:

Tumbas excavadas en la roca: el hueco en la roca es trapezoidal, con fondo recto o en bañera. Las más evolucionadas resaltan los bordes de la tumba en un intento de imitar los sarcófagos. La cubierta se hace con una o varias losas. Su cronología, sin límites precisos, oscila entre los siglos VIII y XII.

Tumbas de lajas: es la manera más sencilla de enterramiento. La estructura se basa en una excavación en la tierra de forma trapezoidal o rectangular, la colocación de lajas o losas en posición vertical adaptadas a las paredes del hueco, con o sin mortero, y cubierta de losas horizontales apoyadas en las verticales. La mayoría carece de suelo, aunque algunas pueden tener losas, piedras planas o roca madre. La cabecera puede estar marcada por dos o tres piedras que proporcionan una estructura antropomorma. Su cronología, podría abarcar desde el siglo IX al siglo XVI.

Sarcófagos de piedra: su utilización estuvo limitada a las capas más pudientes de la sociedad. La caja suele ser trapezoidal y su interior antropomorfo. La cubierta varia entre la simple a dos aguas y la poligonal, sin decoración o con ella, incluyéndose inscripciones y heráldica. Aunque existen ejemplos anteriores al siglo XI, su uso se debió generalizar a partir del siglo XII.

Como complemento en el mundo funerario medieval, destacan las Estelas, sencillos monumentos de piedra que servían para indicar la situación de la tumba, colocadas en la cabecera a modo de lápida, y también posiblemente, para delimitar el recinto funerario. La Estela medieval más frecuente es en forma de disco, decorado generalmente con una cruz y motivos geométricos, con un pie liso para hincarlo en el suelo. Material: Granito Dimensiones: - Largo/Ancho: 185cm x 41-30cm - Profundidad: 36cm-34cm Orientación: W-E Forma: ovalada, de paredes curvas y fondo de bañera. Tiene forma antropomorfa en la base de la cabeza. No hay restos de la cubierta.